La vida política nos enseña que los administradores necesitan un equipo estable
Pilita Clark
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Pilita Clark
El martes 10 de diciembre fue un día intenso para Donald Trump, incluso para los estándares agitados del Presidente de EEUU. Comenzó con la presentación de cargos de juicio político que lo acusaban de delitos graves y terminó con un mitin de campaña en Pensilvania, donde Trump sostuvo que los agentes del FBI eran “una escoria”; describió a un prominente demócrata como un “bastardo corrupto”; y afirmó que el matrimonio de otro demócrata de alto nivel era una farsa “falsa y repugnante”.
Ese mismo día al otro lado del Atlántico, uno de los demócratas que busca desbancar a Trump en las elecciones presidenciales del próximo año pronunció un discurso más tranquilo en las conversaciones sobre el clima de la ONU en Madrid. “Estoy aquí porque nadie de la Casa Blanca está aquí”, dijo Michael Bloomberg, el multimillonario y activista climático de Nueva York.
Después, Bloomberg se reunió con un pequeño grupo de periodistas que recibieron una fuerte dosis de otro mensaje de campaña. No tenía nada que ver con el juicio político, el comportamiento extravagante del presidente estadounidense o cualquier otra conducta típica de Trump. Era simplemente esto: Bloomberg sería un mejor administrador que Trump.
Entre todos los mantras políticos, este difícilmente atraerá la atención de los votantes. “La gestión, sobre todo”, no parece ser un lema digno de una calcomanía. Y la verdad es una lástima que así sea. Los ocupantes de la Casa Blanca claramente necesitan muchas habilidades, pero en un nivel básico, como dijo Bloomberg, “el trabajo del presidente es un trabajo de gestión”.
Su grupo de medios financieros emplea a cerca de 20 mil personas y la ciudad de Nueva York tenía 300 mil empleados cuando fue alcalde, dijo. Los expertos han estimado que no más de 4 mil personas trabajan para el imperio inmobiliario de Trump y, en cualquier caso, según Bloomberg, ese tipo de negocio ofrece una experiencia de gestión más limitada porque “tratas con un cliente una vez, le vendes un edificio y no lo vuelves a ver”.
Bloomberg presentó un argumento convincente cuando se le preguntó qué haría en sus primeros 100 días si fuera elegido. “Construir un equipo”, dijo. Él se enfrentó a la presión de impresionar a los votantes en los primeros 100 días de sus tres períodos como alcalde de Nueva York, pero la aburrida verdad es que estaba ocupado construyendo un equipo. “Se necesita mucho tiempo para lograr grandes resultados”, dijo. Uno de los factores detrás de su éxito en la alcaldía era que contaba con un equipo relativamente estable de personal experimentado con buenas ideas, que podía atraer a personas con talento para trabajar con ellos y, en última instancia, lograr el cambio.
“No puedes hacer nada -no me importa cuán inteligente seas- si no tienes a las personas adecuadas”, dijo. “Y no puede haber una rotación constante del personal”. No hay duda de que esto es verdad. La administración de Trump, por supuesto, ha sido notable por el constante cambio del personal. Hasta hace unos días, 80% de los 65 cargos principales de la Casa Blanca habían cambiado de personal desde que Trump asumió el cargo, dice Kathryn Dunn Tenpas, de la Institución Brookings, y agregó que una tasa de rotación tan alta era totalmente anormal.
La rotación del personal tal vez no sea la característica más importante del mandato de Trump y Bloomberg aún tiene que demostrar que puede asegurar la nominación demócrata, sin importar cuán impresionante sea su experiencia administrativa. Entonces, ¿qué hay con el argumento más amplio de que un líder empresarial puede ser un mejor político o incluso una figura política muy diferente?
Los votantes claramente piensan que así es. Según una encuesta de Gallup, más de 80% de los estadounidenses pensaban que EEUU estaría mejor gobernado si más personas con experiencia en negocios y gestión ocuparan cargos políticos. Sin embargo, esto fue en 2014, antes de que EEUU experimentara la presidencia de Trump.
Investigaciones más recientes sugieren que los votantes tal vez estén equivocados. Al menos dos estudios en los últimos tres años han analizado el desempeño de políticos con experiencia comercial en gobiernos municipales.
Un estudio en California no encontró evidencia de que elegir a un candidato con experiencia comercial para un cargo en el consejo municipal afectaba los gastos, los ingresos o las tasas de desempleo. Eso se hace eco de los primeros hallazgos de estudios sobre alcaldes brasileños que sugerían que los empresarios no eran más hábiles cuando se trataba de reducir los déficits fiscales, invertir en servicios de salud u obtener dinero del gobierno federal.
Aún así, la verdad es que hay muchos tipos de empresarios. Y si tres años de la presidencia de Trump nos han enseñado algo, es que algunos son completamente diferentes a todos los demás.